martes, 20 de noviembre de 2007

Cuenca, Assai y yo

Ha pasado ya dos meses y medio desde que la niña pretenciosa y yo oficializamos. Ha sido bastante duro. Es difícil no poder abrazarla todos los días. A mí la distancia me causa fastidio y a veces me he portado como un ogro. Luego lo pienso bien, recuerdo la paciencia que me tiene. Es realmente linda conmigo.

Ha aceptado que no podemos hablar tanto por teléfono cuando estoy trabajando, ya tengo mala fama por eso, ahora mi jefe dice que si yo tuviera una mano más, tendría un celular más.

Creo que ahora la niñita pretenciosa está tratando de “darme una cucharada de mi propia medicina” diciéndome que está ocupada cuando la llamo en horas de trabajo. Lo que ella no entiende es que para mí, si alguien ya no me pone atención es que ya no me quiere… inmaduro… lo sé. Pero ha habido tan pocas personas en mi vida que no estoy acostumbrada a que me demuestren cariño, cuando lo dejan de hacer es sencillamente que ya no me quieren. Clarísimo, ¿verdad?

Hace poco viajamos a Cuenca, no había venido en mes y medio y yo estaba deseosa de verla. Pasamos el feriado de inicios de noviembre saliendo con mis amigas morlacas, que por cierto se portaron de maravilla.

Yo no pensaba decirles que estaba en Cuenca. La última vez que las vi fue en marzo, y desde entonces habíamos perdido contacto, así que me pareció bastante inapropiado llamarlas porque iba.

Por casualidades de la vida las encontramos en el bar al que fui con ellas cuando las conocí. Llevé a Assai ahí. Estábamos viendo desde el piso superior la pista y al lado nuestro aparecieron ellas. Nos llevaron a otra disco luego. Barra libre por cuatro dólares.

Tomé demás, pero estaba conciente que ella (Assai) me estaba cuidando, así que me tomé la libertad de dejar de ser seria.

Cuando llegamos a la habitación de hotel, me desvistió y me cubrió con las frazadas. Yo recuerdo haberle contado muchas cosas esa noche. Cosas malas, creo. Cosas que no acostumbro decir. Tenía esa sensación a la mañana siguiente, como haberla dejado entrar un poco más en mi vida.

Estábamos en un hotel de tercera, en feriado fue lo único que encontramos, teníamos un baño compartido con todas las habitaciones de ese piso.

El primer día que llegamos no se escuchaba mucha circulación de gente hacia el baño, que por cierto quedaba a dos pasos de nuestra habitación.

Como era tarde e ibamos a salir decidimos ir a bañarnos. A los cinco minutos de haber entrado y luego de la lucha por regular el agua caliente, un tipo empezó a tocar la puerta diciendo que ya era hora de que salga (“la” persona que estuviera dentro). Le dije en voz baja que dijera que recién había entrado. Lo hizo.

Dos minutos después el tipo siguió tocando la puerta. Escuchabamos a los amigos decirle que ya no alcanzaba a bañarse que tenían que irse. El tipo estaba decidido a jodernos la vida, así que seguía tocando, y como la voz de Assai estaba más ronca de lo normal él creía que era un tipo, y que estaba adentro con una chica.

Los dos tipos del pasillo se quedaron un poco pasmados cuando salimos. Vamos, es el siglo XXI, y si aún no evolucionan a open mind, al menos piensen más inocentemente.

Fueron tres excelentes días, que espero se repitan muy pronto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Osea, si no vengo aquí ni me entero de esos detalles!!